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 frente transVamos a cooperar entre todos con videos, notas, noticias……. Colguemos en todos nuestros blogs, facebooks, páginas, por mail, por todos los medios posibles la información que los medios no muestran.
Yo por mi parte les dejo una nota y 2 enlaces para que distribuyan con el fin de multiplicar. Un abrazo
Milagro Sala, la verdad escondida
http://www.tupacamaru.org.ar/videos.asp

http://www.facebook.com/l/28229;www.tupacamaru.org.ar/videos.asp


La oposición Argentina

http://www.youtube.com/watch?v=YLCMfj9ZaGw

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Carta Abierta
Corren tiempos difíciles para los argentinos, difíciles para la cultura y, mucho más aun, para la conciencia emancipada. Vivimos un ciclo de restauración oligárquica, en la que se juega el pellejo nuestro porvenir. Esta revolución conservadora intenta desplazar el pensamiento a través de los medios de comunicación, con su pornoglamour y Marcelo, su imbécil colonizador, dejándonos sin más que el arcaísmo cerebral. Son estos grupos financieros, mal llamados medios de comunicación, los que nos advierten la obligación que tenemos de pensar, decir, hacer y consumir lo que a ellos se les viene en gana, nos anuncian la necesidad que tenemos de formar parte de una cultura en la que las personas se miden por el reloj, el auto y la casa más grande del barrio cerrado, y nos invitan a creer que el que no usa perfume importado esta fingiendo existir.
Hay que doblegar la ideología del banquero, la que nos quiere vender Clarín, esa doctrina en la que el mundo es así desde siempre y no se puede cambiar por razones del orden natural de las cosas, esa que se funda en que los pobres son pobres por su falta de esfuerzo y capacidad, esa ideología en la que el mundo se divide en débiles y fuertes, en lindos y feos, esa que no soporta que, aun siendo pequeños, hayamos decidido vivir de pie. Hay que oponerse, de forma inquisidora, a esta corriente “ideológica” que hace del dinero la medida de todas las cosas. El pueblo argentino tiene el deber moral de abrirle paso a la conciencia, de abandonar esa costumbre, ese vicio mejor dicho, de permitirle al señor del latifundio que piense por nosotros. Son los medios de comunicación concentrados en unas pocas manos, que cada vez son menos, los culpables de la deformación, los que ponen fin a la ideología, los que siembran la miseria y la pobreza que a posteriori llaman inseguridad, son ellos los que estimulan el consumo descarriado de unos pocos y el hambre de otros muchos. Son, ni más ni menos, la herramienta por la cual los sicarios nos colonizan.
Es interesante, en el ámbito mediático, el rol que juega la publicidad y el marketing, instrumentos que glorifican el espíritu de las grandes multinacionales y que se rigen por la ley que no conoce ni reconoce otro fin más que la producción inagotable de riquezas, aplastando todo a su paso y con bríos por erradicar a la competencia, inspirados, por supuesto, en Adam Smith. Lo que es más curioso, es el bombardeo incesante de mensajes tendenciosos que pretenden, con mucho éxito, generarnos una necesidad, pero el marketing manda y el bolsillo nos estampa la puerta en la cara, es decir, la economía nos prohíbe consumir, el consumo es para pocos. Los medios dominantes que dominan con los miedos, con la industria de la violencia y el desamparo, actúan al servicio de esos locos e inofensivos sectores de derecha que se ocultan, entre las sombras, reduciendo las relaciones humanas, dejándonos sordos, mudos y confundidos.
Por otra parte, cabe mencionar, la excelente labor periodística, la que embauca, enreda y nos somete al pánico de vivir, pánico de perder la casa y el auto, pánico de cruzarnos con esa gente morochita que no sabe perder, esa gente infernal que es violenta por que le gusta serlo, esa gente excéntrica que disfruta matar el hambre con pegamento, esa que nos odia, aun siendo “inocentes”. Hay que darle gracias al periodismo, ese que constituye la opinión pública, ese que le sugiere al taxista que decir, el que fabrica la victoria de De Narváez y de Macri, ese que responde a la ley universal, la ley de mercado, esa que solo tiene en miras la monopolización de la riqueza y el poder político. Hay que darles gracias al periodismo argentino por tener vocación y estar convencido de lo que manda el dueño de los cañones, por ser fiel al amo y cumplir con el propósito de incomunicar al pueblo y educarlo conforme a sus intereses. Son, ni más ni menos, que los siervos de los altos grupos económicos, son la mano de obra preparada para que la oligarquía decida como repartirse la patria, como repartirse la vida.
Todo lo citado en los párrafos anteriores nos lleva, fatalmente, a la derecha conservadora que nos mueve los hilos día y noche y nos utiliza, a través de los medios, a su gozo a fin de que las clases medias y bajas los apoyen a incrementar las arcas, es decir, a que nosotros luchemos por ellos contra todos los obstáculos que impidan la maximización de sus beneficios. Fue la derecha, esa insaciable de lujos y productos suntuarios, la que logro el apoyo de la sociedad en el conflicto con el campo, fue la derecha la que nos confundió a Miguens con un peón o un pequeño productor, fue la derecha con su socio el televisor la que nos enmarañó con su arte de engañar al prójimo para impedir la igualdad, la justicia y la redistribución, que no es más que sacar de donde sobra y poner en donde falta. La derecha, esa aristocracia agropecuaria heredera de la conquista del desierto representa, junto con sus asociados, la máxima expresión del crimen organizado. Es la derecha el cáncer de nuestra sociedad, esa asesina que apoyo el golpe de la revolución libertadora y el proceso de reorganización nacional, es la misma que desprecia la honestidad, desprecia al trabajador y premia la injusticia y la renta parasitaria. Es la derecha la que condena a los trabajadores, a los bajos, a los medios, a los flacos, a los hijos de nadie, a lo que no tienen nada. Es la derecha la que aplica el terrorismo, la que nos borro el lenguaje y la memoria, la misma que se ha robado todo, ayer y hoy. No busquen mas, ellos son.
Tengo un mensaje para esa derecha argentina, a la que odio inimaginablemente, quiero que presten mucha atención: “Quien siembra miseria cosecha cólera”. Dejen de ultrajarnos la vida, de someternos y esclavizarnos, dejen de reírse de nosotros, dejen de robarnos los sueños, la esperanza, dejen de vendernos mentiras, dejen de llenarse los bolsillos con el sacrificio ajeno, déjennos vivir en paz, porque va a llegar el día en el que los ejércitos perdidos, los ejércitos del hambre, van a ir por ustedes y por su democracia de clases, por sus hijos y sus nietos, van a ir en búsqueda de lo que les han robado, de la dignidad y la infancia, de la alegría, los sueños y la esperanza. Los pobres se alzaran contra la injusticia de nuestra sociedad, que funciona como motor de toda rebelión, y la inseguridad, será entonces mucho más insegura.
Gonzalo Pereyra Saez

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