DDHH - Medios y fines, responsabilidad y convicción (Pepe-NK)

Ética de la responsabilidad
Pepe Mujica sostuvo que la aprobación de la interpretación de la Ley de Caducidad  pone en peligro la victoria electoral en los comicios de 2014: “Es embarrarle la pista a la futura fórmula política del Frente Amplio.”
Ética y Derechos Humanos
Néstor Kirchner: "Cuanto más cerca se está del poder, más deben afianzarse los principios por los que se luchó y profundizarse las reformas deseadas"

   Como en todas las cuestiones que atañen a los fundamentos últimos del obrar, hay una gran polémica en torno a las relaciones entre ética, derecho y política y las posiciones varían desde a aquéllas que consideran que son ámbitos absolutamente separados hasta las que las visualizan como esferas inescindibles. Y esta discusión es especialmente significativa a la hora de hablar de los derechos humanos.
   Oportunamente Weber penetró en el corazón de la problemática diferenciando una "ética de la convicción" y una "ética de la responsabilidad"
   La ética de la responsabilidad consiste en el actuar pensando en las consecuencias de nuestras acciones y decisiones. Es una propuesta o una doctrina sumamente riesgosa. El puro ético de la responsabilidad puede transformarse en un puro calculador de consecuencias, en un pragmático inmoral.
   La ética de la convicción señala que la acción debe estar siempre de acuerdo con una máxima moral y la crítica más fuerte es que le daría cierta rigidez a la acción.
   Pero entendemos que sostener esta posición - con la que acordamos - no implica necesariamente un catálogo inalterable de principios sino que se trata de una convicción crítica y racional que permite la modificación histórica de esos principios.
   Se ha conceptualizado a los Derechos Humanos como esa parte de la ética que, mas allá de los vaivenes jurídicos, políticos, sociales y culturales, apunta a plantear un horizonte de resolución a las relaciones, siempre conflictivas, que se establecen entre los sujetos. Los derechos humanos adquieren así la entidad de categoría política contra el concepto prepolítico de atributo y significan un principio ordenador y por tanto consustancial con la democracia.
   La democracia como forma de vida y la consecuente vigencia efectiva de los derechos humanos no es algo dado, es un hacerse permanente, exige un esfuerzo de socialización en los valores más preciados, requiere insuflar a los ciudadanos y a las instituciones de esos valores, y así convertirlos en principios internalizados que guíen las actitudes y comportamientos en la sociedad y en la política. No se trata de una simple aspiración colectiva de vigencia plena de formalismos jurídicos en un ámbito pensado como ausente de conflicto sino de una tarea cotidiana que posibilite el derecho a tener derecho como una práctica social portadora de otra racionalidad política necesariamente sustentada en valores.
   La sociedad moderna ha tratado de eliminar el sentido de una ética de la convicción intentando imponer una autoridad racional-legal y una ética de la responsabilidad. El triunfo de la modernidad supone la supresión de los principios, de la identidad del yo y las culturas en beneficio del conocimiento científico de los mecanismos bio-psicológicos y de las reglas impersonales no escritas de los intercambios de bienes poniendo énfasis en un sistema social autoproducido, autocontrolado y autorregulador, y rechazando en consecuencia cada vez más la idea de sujeto.

   La ética de la convicción rescata el sentido histórico y a la vez trascendente de lo humano y por su propia naturaleza posibilita cumplir con un fin educativo esencial de la ejemplaridad permitiendo ganar sujetos que actúen éticamente con un efecto multiplicador.
   Y es en razón de este sustrato fundante que se nutre y fortalece la decisión de continuar trabajando en Derechos Humanos desde nuestra más profunda convicción.

Por:  Anahi Fernández

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