UNA MULTITUD LE PUSO EL CUERPO AL DÍA NACIONAL DE LA MEMORIA EN ROSARIO Monumento a la militancia

Una particular clase de alegría, profunda, forjada por años de lucha y dolor, se desparramó por las calles de Rosario y se concentró luego en el Monumento a la Bandera, donde una multitud dejó bien en claro que los avances de la verdad y la justicia son irreversibles. La adustez marmórea, de panteón, propia del Monumento, se hizo añicos de pronto cuando irrumpieron los colores. Parecía que los colores traían a la gente y no al revés. Tal vez fue el esplendor de la diversidad, de las banderas, de las pancartas y las consignas lo que transmitió esa mágica sensación de arco iris cayendo, acariciante, lluvia suave de música y militancia.image

Todo aquello que alguna vez, hace treinta y cinco años, intentaron prohibir, asesinar, acallar, regresó potenciado, multiplicado, en la conmemoración por el Día Nacional de la Memoria en Rosario. La victoria cultural sobre la dictadura, y la necesidad de seguir la pelea en unidad, para consolidar lo logrado y alcanzar lo que todavía falta, quedó escrito, marcado a fuego en el aire fresco de la noche del jueves en Rosario. No se escribió con letras, sino con decenas de miles de cuerpos, textos vivientes, energía en expansión, compromiso activo con la verdad, la vida, la justicia, y con un modelo de país como el que soñaron los que dieron la vida para conseguirlo.

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Murgas y colores de los más diversos. Canto, baile y cuerpos agitándose al son de tambores carnavalescos. No era una alegría más. Nada tenía que ver con la efímera alegría de la evasión, el individualismo y la apatía. Todo lo contrario. Era una alegría densa, austera, y su propia carga de historia, de luchas, de heroísmos y de sangre le otorgaba una carnadura real, humana, infinita.

Treinta y cinco años después del horror, cuando la sociedad argentina ha logrado avances significativos hacia la verdad y la justicia, una multitud calculada por los organizadores en cerca de 30 mil personas militó, una vez más, como lo viene haciendo todos los días: militó en la calle la alegría por las batallas ganadas y el compromiso con las muchas pendientes. Y un convencimiento colectivo, esencial, cruzó y marcó a la multitud: este camino es irreversible y es la unidad, la unidad en la diversidad, la que asegura la victoria definitiva contra las sombras y el horror.image

La marcha organizada por el Espacio Juicio y Castigo, que agrupa a un amplísimo espectro de organizaciones, tal como quedó reflejado en lo multicolor y diverso del acto, arrancó este jueves poco después de las 17 desde la plaza San Martín, pasó luego por la puerta de los Tribunales de calle Oroño, el sitio donde se están desarrollando los juicios a los genocidas, y culminó con el acto central en el Monumento a la Bandera.

La murga La Memoriosa aportó canciones y bailes militantes, compromiso alegre, alegría en el compromiso, y luego vinieron las lecturas de los documentos, las consignas, el recuerdo de los compañeros caídos, los reclamos por todo aquello que falta, y un emotivo y desbordante reconocimiento a la lucha de las Madres y a la entereza infinita de los ex presos y sobrevivientes, que esta vez, a diferencia de otros actos, fueron los encargados de leer el documento consensuado por el Espacio Juicio y Castigo.image

“Las Madres pidieron que sean los ex presos y los testigos los que lean el documento. Es una forma de homenajearlos por la gran valentía que han tenido y sigue teniendo para volver a revivir el horror y declarar ante la Justicia”, señalaron desde el escenario los organizadores. Pasadas las 19.30 todavía llegaban agrupaciones al Patio Cívico repleto, desbordado, que no alcanzó a contener a la multitud.

Uno de los aplausos más importantes de la noche se produjo cuando desde el escenario se hizo referencia a la etapa iniciada en 2003 “cuando los derechos humanos se convirtieron en política de Estado y se brindaron las condiciones para el avance de la justicia”.

Un estallido todavía mayor se produjo poco después, cuando pasadas las 20 los ex presos políticos leyeron el documento consensuado en el marco del Espacio Juicio y Castigo.

La militancia reclamó una vez más por la aparición de Jorge Julio López, y por la investigación a fondo del asesinato de Silvia Suppo. Asimismo, se reiteró el reclamo de cadena perpetua y cárcel común a los genocidas y se volvió a solicitar que las audiencias en los Tribunales Federales de Rosario sean realmente abiertas al público y a la prensa. Pasadas las 21.30 cuando ya los militantes se desparramaban por las calles céntricas muchos comentarios coincidían en dos puntos básicos: la cantidad de gente y la unidad en la diversidad. "Hacía mucho que no veía un acto así, uno de los mejores en mucho tiempo", se escuchaba decir, entre amigos, o de padres a hijos, mientras se alejaban del Patio Cívico.

Un Ford Falcon destartalado carga sobre su techo dos enormes banderas enrolladas y se aleja por calle Rioja hacia el oeste. El auto es de un gris pálido desleído, apenas tiene color, pero las banderas son una montaña de colores, y aplastan y adornan el noble vehículo. Pasan dando grandes voces unos turistas con remeras "Yo me pongo la camiseta" y facturas.

Treinta y cinco años después está claro que no pudieron. 

Por Pablo Bilsky. 
Fotos: Javier García Alfaro
Fuente: www.redaccionrosario.com

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